julio 10, 2008

MARTIN & UPENDO. DE AQUI PARA ALLA.


Martín y Upendo se encontraron una mañana muy temprano frente al puerto. Después de saludarse con tope de frentes y aleteo de orejas, revisaron su mapa de los descubrimientos para ver qué lugar les faltaba por conocer y decidieron inspeccionar del puerto para allá y un poquitito hacia arriba, lugar que seguía sin colorear en el mapa.

Marcharon alegres y se dieron cuenta de que al avanzar, lo que les rodeaba cambiaba y en lugar de playa y puerto tenían alrededor arboles enormes, helechos y enredaderas. Nunca habían visto nada así, lo que les confirmó que estaban adentrándose en un nuevo lugar.

Es curioso - dijo Upendo. Buscamos el lugar que era "allá y un poquitito hacia arriba" y ahora que lIegamos ya no es "allá" sino "aquí".

Y no sólo eso - dijo Martín. Sino que el puerto, que antes era "aquí, ahora es "allá y un poquitito hacia abajo".

Decidieron anotar sus descubrimientos aprovechando que ya sabían escribir. Buscaron dónde apoyarse y encontraron dos hermosas piedras redonditas y muy iguales. Pusieron sus cuadernos de aventuras encima y cuando empezaron a escribir notaron que las piedras se movían.

-¡Un terremoto! Grito Upendo. ¡Hay que correr!

- No, Upendo. Fíjate bien. Las piedras se mueven porque les están saliendo patas y cabeza. Dijo Martín tranquilizador.

- No soy una piedra, carricito. Soy un Morrocoy. Dijo la piedra uno.

- Ciertamente, carricito, Yo también. Dijo la piedra dos.

A Martín y Upendo se les abría sola la boca de la impresión que tenían. No habían visto nada igual y les costaba entender que unas piedras tuvieran patas y cabezas. - Nos confundes con una piedra porque tenemos carapacho. Dijo la piedra uno, que ahora sabemos que no es piedra, sino morrocoy uno. -Y es para protegernos y no para que se apoyen a escribir. Dijo la piedra dos, que ya sabemos que no es piedra, sino morrocoy dos.

-Disculpen ustedes- dijo Upendo, hablando por él y por Martín- pero teníamos que escribir nuestros descubrimientos porque son bastante graves.

-Los oímos hablar y sacamos la cabeza para explicarles que no es tan grave lo que les pasa. Dijo el morrocoy uno.

-¿Cómo que no? dijo Martín. - ¡No sabes todo lo que caminamos para llegar "allá y un poquitito hacia arriba" y al final de tanto viaje resulta que estamos "aquí"!

- Haznos caso, carricito, que nuestras arrugas valen. Hemos vivido mucho y sabemos cómo se arregla. Dijo el morrocoy dos.

- Solo tienen que regresar al puerto. Esa es la solución. Dijo el morrocoy uno convencido.

- No vamos a regresar sin haber logrado lo que queríamos- Dijo Martín- No sin haber llegado "allá y un poquitito hacia arriba”.

-Mírame a los ojos y dime si confías en mí. Dijo el morrocoy dos.

Martín lo miró fijamente y sus ojos de viejito le dieron confianza porque los ojos, si los miras con cuidado, no pueden mentir.

-Sí, confío. Dijo Martín.

-Si Martín dijo que sí, yo tambien confío. Dijo Upendo.

-Entonces merienden, recojan sus cuadernos y regresen al puerto. Cuando lleguen ahí verán que todo se resolvió.

Martín y Upendo merendaron con los morrocoyes y conversando supieron que un morrocoy es una tortuga de tierra, ni más ni menos. Anotaron ese descubrimiento tambien, recogieron todo y regresaron caminando al puerto confiando en que todo se resolvería.

Cuando llegaron al puerto se sentaron a descansar un poco y se quedaron esperando que algo sucediera, como había dicho el morrocoy.

- Yo confío, Upendo- dijo Martín. -Pero no sé cómo saber si ya se resolvió el misterio.

Upendo se quedó pensando y de pronto se le llenó la boca de estrellas, cosa que le sucede con frecuencia, y muy sonreído, dijo:

-¡Ya se resolvió!

-¡Cómo, explícame, cómo! Le pidió desesperado Martín.

- Todo se resolvió, Martín. Ahora que llegamos al puerto, estamos de nuevo "aquí” y el lugar que visitamos, donde viven los morrocoyes, es de nuevo "allá y un poquitito hacia arriba".

A Martín se le llenó la boca de estrellas también (algo que siempre le contagia Upendo) y feliz de la vida gritó:

- ¡Es verdad! ¡Logramos nuestra meta! ¡Qué bueno que confiamos en los morrocoyes!

Felices, Martín y Upendo sacaron su mapa de los descubrimientos, rellenaron el nuevo lugar "allá y un poquito hacia arriba" de verde en honor a los morrocoyes, lo guardaron orgullosos, se despldieron con tope de frentes y aleteo de orejas y corrieron cada uno a su casa, locos de ganas de contarle toda su aventura a sus respectivas mamás.

MISIVA1.

Sigo teniendo problemas para el posteo. Cuando pienso, por ejemplo, en el individuo que cayó en la presidencia de mi país, me repito que si no hay nada verdaderamente relevante que decir, es mejor no decir nada. Para hablar pendejadas y contradecirse al día siguiente tenemos suficiente con personajes como él. Y no está sólo, simplemente es de los más notorios.
Así que poner un post por el simple hecho de sentir que estoy escribiendo en el blog me parece una gran estupidez. Pero no postear me quita el sueño. Y en ese movimiento pendular me la paso.
Finalmente, como ven, yo también puedo contradecirme y aunque suene bien redactado y todos los etcéteras, acabo de escribir un post que no dice en realidad nada relevante y que terminará aqu´plasmado sólo para yo sentir que no he dejado de escribir en el blog. Circularmante triste, si se quiere. Una cosa es verdad, el individuo que cayó como plaga en la presidencia de mi país habla muchas pendejadas y se está gastando la plata de todos los venezolanos, cosa que yo no le he hecho a nadie (porque a los que les he pedido, les voy a pagar).