marzo 13, 2012

#SISPISQUIS


Si una lágrima de niño cae sobre #sispisquis, le destiñe el azul.

Hemos descubierto que si #sispisquis estornuda muy fuerte, el Nintendo de Santi se descarga.

Cuando #sispisquis ,por misteriosas razones, se marcha un tiempo, Santi no hace más que ver televisión.

Cada vez que Santi prefiere disfrazarse de IronMan en vez de dibujar, #sispisquis se marcha al balcón, mastica el aire y llora Kool Aid.

En casa ya no hay creyones azules. #sispisquis tiende a comérselos cuando le da insomnio.

A #sispisquis no le gusta Star Wars. Yoda le cae simpático, pero dice ceñudo que la luz y las espadas son cosas que no se pueden combinar.

A #sispisquis no le gusta Star Wars. Yoda le cae simpático, pero dice ceñudo que la luz y las espadas son cosas que no se pueden combinar.

Santi dice: a veces #sispisquis viene en helicóptero, pero aterriza en el edificio de enfrente porque cualquier excusa es buena para pasear.

#sispisquis puede avanzar levitando, pero camina siempre porque dice que no se pueden desperdiciar dos rodillas.

Cuando #sispisquis sueña, los fuegos artificiales se disparan solos.

A #sispisquis le gusta observar el dormir de la gente. Y curiosea dentro de sus sueños recopilando historias para su niño de turno.

Una vez creí ver a Santi levitar. Luego me explicó que estaba con#sispisquis jugando al caballito.

Si #sispisquis y Santi ríen al unísono, a los cuadernos de tareas se le caen las hojas.

#sispisquis pierde 7 cabellos cuando un niño llora. Porque el mundo es como es, lleva ya 132 años calvo.

Si #sispisquis , en modo invisible, pisa un juguete de pilas no prende más. Un problema de los amigos imaginarios con pies planos.

A #sispisquis no le gusta nada que a la tristeza le digan "blue"

#sispisquis ha sido amigo imaginario de 6.382 niños y aún se emociona cuando parte en busca de uno nuevo.

#sispisquis es un nómada. Permanece con un niño mientras cree en él. Apenas los adultos le rompen la fé se marcha en busca de inocentes.

Cuando #sispisquis estornuda (es alérgico a la mala leche) se encienden los juguetes a control remoto y se apagan los inciensos de varita.

#sispisquis lloró una vez frente a mí. Escuchaba "imagine" de Lennon y sus lágrimas marcaron el granito.

#sispisquis puede ver en la oscuridad, con exceso de luz... Y las malas intenciones y los sueños rotos.

#sispisquis usa medios de transporte nuestros (helicóptero, avión, carro). También aparece de la nada o está pero no logro verlo (Santi sí).

#sispisquis tiene uno de sus azules brazos más largo que otro para poder sobarse cuando le duele el alma.

#sispisquis es azul, como de mi tamaño (1.80m) y tiene la capacidad de parecer hombre o mujer aparentemente a voluntad.

#sispisquis es el amigo imaginario de mi hijo y un día no volvió porque se enfermó al tragarse una maceta (según Santi)

EL TATUAJE DE HUG.


ESTA ES LA ÚLTIMA COLABORACIÓN AL BLOG DE LOS HERMANOS CHANG. TIENDA DE TATUAJES, FEBRERO 2012. TODOS LOS TEXTOS Y EL EDITORIAL VALEN LA PENA Y ESTÁN AQUÍ

Hug mandaba. Mandaba de más. Mandaba desde hace mucho. Es más, mandaba desde hace demasiado.

Hug abusó, abusaba y abusaría de su poder, estaba visto. Con su porte de gorila lampiño e hinchado, no dejaba títere con cabeza y los pocos que la conservaban estaban a punto de que les explotara por el exceso inacabable de los gritos de Hug. Dueño de los medios para obligar a todos a escucharlo, podía lanzarse 9 horas de insultos, amenazas y también de cantos, joropos, comentarios ignorantes y gran, pero gran cantidad de intragable paja.

Hug, el gorila Hug. El hinchado, lampiño gorila Hug.

El gorila Hug tenía también otro problema que por mucho mandar y mucho grito y mucho golpe de puño en el pecho, no podía ocultar: A la hora de la verdad, el miedo le ganaba. No una, sino varias veces había sido patente y claro para toda la población de la comarca. Estaba grabado en video. Lo habían visto todos en vivo. Cuando la situación se ponía en verdad jodida, Hug arrugaba. Se entregaba. Lloriqueaba. Pedía perdón. Se le aflojaban los esfínteres.

Esa cobardía generaba varias grietas en su carácter:

  1. Lo hacía querer parecer más macho, más grande, enseñar más los dientes... mientras el viento soplara a su favor.
  2. Lo hacía ser profundamente supersticioso.

Oh sí. Hug el supersticioso. No salía sin su escapulario fijado con imperdible en el interior siempre amarillo. Hug había hecho que ejércitos de santeros le hicieran todos los trabajos de protección existentes. Hug había roto el descanso eterno del padre de la patria para darle materia prima ósea a los brujos que lo rodeaban. Y luego el miedo lo asediaba pensando en que el prócer pudiera vengar el sacrilegio.

Hug seguía designios, hacía que le leyeran el tabaco, la borra del café, La mano, el agua, un huevo, las cartas, el I Ching, el blanco del ojo, los caracoles y hasta la línea de los mocos al sonarse el primer lunes de cada mes en ayuno.

Por miedo.

Se tomaba una “agüita” de libertador todas las mañanas, que era un vaso de agua puesto toda la noche al sereno y en cuyo fondo oscilaba melancólico un metacarpo del héroe independentista. Lo empinaba hasta que el huesito le pegara en los dientes y lo dejaba así hasta la noche siguiente en que lo llenaban de nuevo dejando la reliquia en remojo.

Por eso ni se inmutó cuando le dijeron que debía tatuarse una “C” en la planta del pié. Vainas peores había tenido que hacer para mantenerse en el poder.

Una “C” que era el apellido de su más cercano contrincante por el poder en La comarca. Una “C” de conspirador, de cretino, de coñoemadre. Y en la planta del pie le aseguraría al gorila Hug que el contrincante permanecería pisado por su poder hasta el fin de los días, hasta que la piel de Hug desapareciera convertida en polvo.

Asintió lo que la papada le permitía y se hicieron los arreglos para ir a un tatuador discreto y de primera categoría.

...........................

El maestro Chang sonrió apenas cuando el gorila Hug finalmente llegó al estudio tres horas después de haber sido tomado militarmente por tres anillos de seguridad. Hizo una ínfima reverencia y le pidió que se recostara en la camilla.

Hug trataba de bromear y mostrarse poderoso y despreocupado aunque sudaba un poco. Volvía el miedo, pero este era manejable.

-¡Eh, mister Chang! Que quede bonita esa letra que quiero pisarla bien.

-Lo que destino me permita, excelencia.

-¿Cómo es eso?¿No me asegura que quede bien?

-Yo haré perfecto - dijo Chang sonriente - pero destino manda. Tinta dibuja, tinta muestra, pone en evidencia, sigue caminos subterráneos. Yo hago perfecto, luego ella descubre.

-¿De qué coño habla este chino?¡Chigüire, qué vaina es ésta!

El asistente lo calmó. La milenaria cultura hace que hable así. Es en sentido figurado, del concepto del tatuaje, no se preocupe. El hombre se relajó algo en la camilla.

-Yo no puedo ver, Chigüire. Ponte allá y si te parece que no es una “C” clarita, le das un coñazo y me lo sacas de encima.

Fue una “C” clarita y hermosa. Con ribetes y florituras. Una “C” que permaneció así 12 días y 2 horas.

El final de la letra empezó lentamente a subir. No se veía crecer, pero cuando Hug volvía al espejo, el final era más largo. Y más. Y subió y bajó. Cruzó. Y Hug no pudo gritar, no pudo volver a mostrárselo a nadie porque no podía con el horror y la vergüenza. Jamás nadie volvería a verlo.

Y el tatuaje completó la primera palabra y no paró. Otra y otra. La misma, encadenada una y otra vez. Rodeando el pié. Pegadita una línea de la otra. Un rosario de la única palabra que llegó a sus partes y tapizó la panza inmensa y siguió y siguió. Brazos, espalda, todo. Sólo las manos y la cabeza libres de la afrenta. Al menos de manga larga y completamente vestido podía mostrarse. Pero nunca más ante otro ser humano desnudo. Nunca más.

Mandó a buscar a Chang para matarlo con sus propias manos pero el local ya estaba vacío.

-Tinta muestra. Pone en evidencia.

-Grandísimo hijo de la gran puta.

Usando de inicial la misma “C”, en caravana, Hug el gorila veía su cuerpo marcado para siempre. De arriba a abajo, sin piedad alguna, una y otra vez, bien criolla como le gustaban, tres millones, cuarenta mil, cuatrocientas cuarenta y nueve veces: Culillúo.

Tropi-Christmas




ESTA ES OTRA COLABORACIÓN AL BLOG DE LOS HERMANOS CHANG. BAZAR NAVIDEÑO, DICIEMBRE 2011. TODOS LOS TEXTOS Y EL EDITORIAL VALEN LA PENA Y ESTÁN AQUÍ

Los estereotipos son un asco. La navidad está llena de estereotipos. Saque usted sus conclusiones.

Nuestro país, que ya sufre la maldición estética revolucionaria con estrellas-fondo-rojo por doquier cuando no amplísimas variaciones de mezcolanza tricolor (también con estrellas pero OCHO, ¡OCHO! no-te-vayas-a-equivocar) acaba por caer en coma de buen gusto apenas asoma noviembre con la sobredosis “adornante” de nieve y abrigos y pinos escandinavos sobre la capa previamente detallada de motivos bicentenarios-autóctonos-sovieticosos en refulgente technicolor.

Así vemos superponerse capa sobre capa de cursilismo gráfico y visual de muy difícil digestión.

Entiéndase bien, no soy una versión criolla del Grinch (aunque me han acusado de tener el mismo carácter). No. Tengo un hijo pequeño y disfruto su emoción por la Navidad. Pero esta tropi-Christmas me cuesta mucho digerirla.

Y no lo estoy diciendo porque me han echado los chismes. Lo viví como protagonista. No hace tanto tiempo, un fin de año de esos en que el dinero escaseaba y la quiebra me seguía oliéndome el trasero cual cacri, acepté hacer de San Nicolás en un Centro Comercial. En Nueva York no, en Valencia, estado Carabobo. Debía meterme en el pellejo de Santa Claus en la ciudad industrial de Venezuela.

Ahora imagínese usted a un ser inocente y todo candor, abrigado para soportar la crueldad del frío del Polo Norte, acostumbrado solo a regalar y sonreír, que pasa su vida hablando con duendes o con renos, en un “Mall” frente a una construcción de Metro abandonada 2 años y a 34 grados a la sombra allende la autopista regional del centro, en la Avenida Bolívar de Valencia.

¿Qué puede ser de ese señor?

Pues ese señor, primero, suda como cerdo en su propio sábado. Destila agua salada. Es todo una gran glándula sudorípara. El peluche de la barba se le mete, húmedo e impresionantemente pegajoso, a la comisura de los labios, al interior de los párpados, repta resbalosamente por los huecos de su nariz y le provoca sarpullido.

Ese señor empieza su aventura del otro lado de la construcción abandonada, es decir, con un boquete en la calle de ocho metro de ancho, diez de profundo y cientos de metros de largo enfrente, relleno con 2 AÑOS de lodo, basura, larvas de mosquito y, juro que lo ví, algunas babas distraídas.

Ese señor camina medio kilómetro hasta un cruce de endeble madera y finalmente llega al Centro Comercial. Desde que arriba a las afueras del templo de consumismo, los niños lo miran estupefactos, se acercan con mezcla de emoción y temor, los papás le lanzan algún tripón con las manos llenas de “chigüí” que le tiñe partes de la barba-peluche de naranja fosforescente, algún gracioso quinceañero le pellizca el relleno de la nalga y le sacan decenas de fotos con teléfonos celulares.

Porque debo aclarar que en aquella época yo pesaba unos 52 kilos y me podían contar las costillas sin tocarme. Así que para encarnar al rozagante polo norteño debía rodearme de almohadas y bolsas de relleno de cojín. Arriba, el abrigo peluchístico rojo y blanco, gorro, botas, cinturón y detalles de semi-cuero y unos lentes de la tía de alguien que tenían graduación (siendo yo 20/20) así que además de sufrir al menos 10 grados más que los 34 de la calle, yo no veía un carajo.

Pero volviendo a la historia central, una encargada del “Mall” (léalo en castellano y así era como yo lo vivía) rescata a ese señor y lo lleva a su trono. El señor piensa que dentro del Centro Comercial mejorará su sufrimiento pero pronto nota que el Aire Acondicionado no funciona, que el “Mall” tiene el triple de gente de lo que su capacidad permite y que el bendito trono también es de semi-cuero, por lo que el calor no ha hecho sino comenzar.

El pino, al lado del trono, ya es marrón, porque NO ESTAMOS EN CANADÁ y lo cortaron en agosto para meterlo en un conteiner, viajó hasta Suramérica y fue puesto como adorno más o menos en la tercera semana de octubre. No solo no es verde, sino que pincha porque está seco. Pincha sobre el peluche de la barba del señor, sobre su sarpullido y sobre la madre que lo parió.

Al señor lo tienen amenazado. Le controlan hasta el lenguaje. Él quisiera decir, venezolanamente: Coño, pana, no me jodas, qué calor. Pero eso debe decirlo traducido al polo norteño. Y eso en polo norteño se dice: Jo. Jo, Jo.

“Quítateme de encima de la rodilla, carajito pendejo, que tú tienes por lo menos 17 años” se dice: Jo Jo Jo

“Tú sí te puedes sentar en mis piernas mamita, con bebé y todo”: Jo Jo Jo

¨Coño, se me desprendió la barba”: Jo Jo Jo

“Qué chimenea, muchacho pajúo, aquí no hay de esas vainas. Entraré a las casas como hago el resto del año, con patae`cabra”: Jo Jo Jo

A ese señor, le ponen un enano al lado disfrazado de duende (o sea, vestido de verde) con prontuario policial que a los pocos minutos le susurra que si le guarda unas carteras que le robó a los visitantes entre el relleno, porque él es muy chiquito y se le pueden notar en el disfraz.

A ese señor le ponen una corneta enorme al lado del trono, con melosas canciones navideñas en inglés a toda mecha a dos cuartas de la oreja y le piden que sonría.

A ese señor, en el momento cumbre de su presentación, le empiezan a lanzar una especie de espuma de afeitar en espray que se supone que es “nieve” y le insisten en que sonría.

Ese señor se paró de pronto al grito de: “el coño de la madre”, se sacó el abrigo con relleno y todo, dejó esparcidas unas 7 carteras robadas, empujó a 4 niños y dos embarazadas y salió corriendo para no volver, lo que significa que tampoco cobró.

No me pueden pedir que me guste esta fiesta-melcoha-gringocristiana región 4.

Lo único en que no le gana a una fiesta nuestra y sin espejismos bajo cero, es que la verdad, ganarse una plata en diciembre vestido de Niño Jesús, podría ser más fresquito, pero mucho más jodido porque tendrías que estar echado en un montón de paja, en pañales y no podrías esconder tu identidad tras la barba de peluche.