Tengo 46 años encima. De manera que tuve ocho años en 1977. Supongamos que en ese año, en el colegio, tuve un examen de Castellano y contestando una pregunta puse una palabra inexistente. Un error. Pero resulta que ese error me salió con poesía. Al menos para la inteligente profesora que tengo. Y ella duda, porque tendría que tachar esa palabra como un error, pero el error es una palabra linda, poética y no tiene la sangre fría para hacerlo. Y como ya dijimos que es inteligente, termina convirtiendo el error en una aventura. Me habla diciendo que esa palabra no existe pero que a ella le gusta mucho. Así que me propone que le escribamos a la academia de la lengua para contarles la historia y para saber si esa palabra puede sumarse al idioma, porque es realmente linda. Y lo habla con el salón completo. Así que todos están pendientes de la carta y luego de la respuesta a esa carta y en definitiva, habría tenido yo las clases de castellano más entretenidas del Universo.
Imaginemos, además, ya que estamos en esto, que la academia de la lengua nos contestara. Y no solo nos felicitara porque la palabra que inventamos está bien construida y es hermosa,... (leer más)